Figura 1. Bloque perfectamente cubico tallado de zeolita.
Sobre una pequeña serranía llamada Auquil, ubica al W de Pelarco (VII Región, Chile), en tiempos históricos aún no definidos, se instaló una faena de producción de grandes bloques hexagonales de roca elaborados a partir de un afloramiento de zeolita (Figura 1). Esta roca es históricamente conocida por sus propiedades de porosidad y configuración química que permiten su utilización para purificar agua y en la mejora de las propiedades físicas y químicas de los suelos agrícolas. No obstante esto, sobre este lugar específico no existe memoria del momento en que funcionó o del destino y uso de los bloques que aquí fueron minuciosamente elaborados, pese a que es muy bien conocido por los habitantes de la localidad. Esto motivó a un equipo de la Fundación de Superación de la Pobreza, que desarrollaba en Pelarco un proyecto relativo a patrimonio, a comenzar un proceso de patrimonialización de Auquil y sus misteriosos bloques de roca.
Mientras el equipo de la FSP, encabezado por el Antropólogo Felipe Godoy, trabajó en intentar encontrar información oral o histórica sobre el lugar, un equipo de estudiantes y académicos de Arqueología de la Universidad Alberto Hurtado y del Consejo de Monumentos Nacionales, convocados por la FSP, realizaron en el lugar una primer registro y catalogación de las evidencias presentes en el lugar. Este estudio permitió reconocer un total de 19 bloques distribuidos en una superficie de 24,6 ha, principalmente en algunas de las quebradas que se desprenden de una pequeña planicie (Figura 2).
Figura 2. Plano de localización de los rasgos identificados en Auquil.
El proceso de elaboración de estos bloques fue muy minucioso, ya que se buscó lograr poliedros de seis caras, con terminaciones lineales, ángulos rectos y caras planas (Figura 3). Esto permite pensar que en el lugar, además de la extracción de la materia prima y su formateo inicial, se realizó el acabado de las piezas que requerían una forma poliédrica hexagonal. No obstante, todos los bloques son de forma distinta, ya sea como poliedros de caras cuadradas o rectangulares, y cada uno de ellos tiene tamaños también distintos, con volúmenes que se mueven entre 1,0 y 0,1 m3. Esto quiere decir que lo que se buscaba lograr eran bloques de vértices perfectamente rectangulares, aunque no era necesario que fueran idénticos.
Figura 3. Aspecto del acabado angular de las piezas.
Algunos de estos bloques fueron abandonados en el proceso de tallado, generándose en su entorno un área de desperdicios de lascas (Figura 4). Esto permitió a la vez reconocer cuatro áreas donde en el pasado se hizo el proceso de desbaste de los bloques (Figura 5) y que, presumimos, una vez terminados fueron dispuestos en otro lugar. Dos casos estas áreas de desbaste incluían evidencias de la extracción de los bloques desde el afloramiento rocoso.
Figura 4. Bloque en proceso final de tallado.
Figura 5. Área de tallado de un bloque.
Esto último se materializó en una técnica de cantería para la extracción que consistía la realización de alineamientos de perforaciones talladas que lograban el desprendimiento de un segmento del afloramiento (Figura 6). Las estrías longitudinales posible de observar en una de estas perforaciones que dejo expuesta su sección, permiten concluir que esta se realizó con un instrumento de perforación lineal, posiblemente un cincel, y no con un taladro (Figura 7).
Figura 6. Alineación de perforaciones en un frente de extracción del afloramiento.
Figura 7. Estrías lineales visibles en una de las perforaciones realizadas para la extracción de materia prima desde el afloramiento de zeolita.
El reconocimiento superficial realizado en el lugar no permitió identificar ningún material cultural eventualmente asociado a la faena, reconociéndose sólo algunas basuras actuales. Sin embargo, en el extremo N de área de dispersión de los bloques se encuentran los basamentos de un recinto rectangular de 6,9 x 4,0 m que presenta un solo acceso en la esquina de su vértice sur y que hoy se encuentra dentro de un renoval de bosque nativo que dificulta su apreciación (Figura 8). Los cimientos están elaborados con la materia prima disponible en lugar, clastos angulares de zeolita, con un patrón de construcción de doble muro con relleno, que en su punto mejor conservado alcanza los 50 cm de altura (Figura 9). Esta técnica aparece por primera vez en Chile Central con la presencia Inka, aunque por ahora no hay en el lugar de ninguna otra evidencia que permita asignar la construcción de esta estructura a dichos momentos y, seguramente, dicha técnica para levantar muros siguió siendo utilizada hasta tiempos recientes. Nuevamente una inspección meramente superficial de la estructura y su entorno no localizó ningún material cultural que permita mejor contextualizar el lugar.
Figura 8. Basamentos de la estructura rectangular en medio del renoval de bosque nativo.
Figura 9. Parte del muro mejor conservado donde se aprecia la técnica de construcción de doble muro con relleno.
En síntesis, la información preliminar hasta ahora recabada ha logrado identificar con claridad la presencia de una actividad de cantería destinada a la producción de bloques hexaédricos de zeolita, aunque sin un patrón único de tamaño y forma. Su acabado, minuciosamente angular, permite pensar que ellos fueron producidos para un uso en que la forma era importante, por lo cual pareciera más factible suponer que se manufacturaron para algún uso arquitectónico aún no identificado. Las hipótesis alternativas probables, dadas las propiedades conocidas de la zeolita, ya fuera para fabricar filtros de agua o para mejoramiento de campos agrícolas, no explican el afán puesto en la elaboración de los bloques, ya que para dichos usos no es necesario al perfecto acabado hexaédrico, siendo sólo necesario la extracción de bloques de formas naturales y, eventualmente, la reducción a tamaños que permitan un fácil trasporte.
Eventuales futuras investigaciones en el lugar deberán contribuir a esclareces la temporalidad, tipo de actividades realizadas en el lugar y usos de los misteriosos bloques hexagonales de Auquil.
EQUIPO / Estudiantes Arqueología Universidad Alberto Hurtado: Claudia Arancibia C., Natalia Arcaya G., Macarena Fernández M., Camila González S., Karol González I., Luis Irrazábal V., José Rojas H., Texia San Martín T. y Francisca Yuraszeck P. / Arqueólogos Universidad Alberto Hurtado: Luis E. Cornejo B. y Javiera Letelier C. / Arqueólogo Consejo de Monumentos Nacionales: Miguel Saavedra V.